EL
MUNDO
27 octubre
2019
Guadalupe
Sabio: "hacen falta medidas más drásticas contra la obesidad"
Cristina G. Lucio
Estudió Veterinaria, pero Guadalupe
Sabio (Extremadura, 1977) tuvo claro desde muy pronto que lo que ella quería en
realidad era entender por qué aparecen las enfermedades y cómo podemos
combatirlas. Desde su laboratorio en el Centro Nacional de Investigaciones
Cardiovasculares (CNIC) dirige un equipo que, desde 2011, está tratando de
averiguar los entresijos de la obesidad y su relación con problemas como las
enfermedades cardiovasculares, la diabetes o el cáncer.
Son muchas las preguntas que deben responder, reconoce. Pero
esta científica multipremiada no se arredra con facilidad. Sabe que «la ciencia
solo trae progreso», aunque investigar en este país se haya convertido,
asegura, en una carrera que cada vez tiene más obstáculos y que «amenaza con
dejar fuera a la siguiente generación».
Uno de sus objetivos es aprender a intervenir en el papel
que cumple la grasa en la cascada de alteraciones asociadas a la obesidad.
«Antes se pensaba que la grasa era un tejido inerte que lo único que hacía era
acumular los lípidos. Una especie de almacén sin funciones», apunta Sabio, cuyo
despacho está tapizado de dibujos de sus hijos.
Sin embargo, continúa, «hoy sabemos que ejerce un papel
importante como órgano endocrino» y, a través de la leptina,
se comunica directamente con el sistema nervioso central. «Queremos saber cómo
se comporta la grasa en una persona delgada y cómo lo hace en una persona
obesa. Porque entender esas diferencias nos puede llevar a identificar una
diana terapéutica a la que apuntar», subraya.
De cualquier manera, Sabio tiene claro que la lucha contra
la obesidad, «un problema que puede ser más difícil de curar que el cáncer» no
debe partir únicamente de los laboratorios. «Igual que desde las instituciones
se hizo frente tabaco porque era un grave problema de salud pública, también
hay que tomar medidas más drásticas contra la obesidad, que tiene un montón de
efectos secundarios sobre la vida de la gente y también un gran impacto
económico y sanitario».
Es inconcebible, continúa la investigadora, que comer mal
sea más sencillo, y barato, que hacerlo bien. O que a la población le lleguen
mensajes contradictorios sobre lo que es saludable y lo que no. «También es
necesaria la educación nutricional en los colegios. Porque ese niño no sólo
sabrá el resto de su vida qué significa llevar unos hábitos de vida saludables,
sino que también se lo dirá a sus padres», remarca.
En el sobrepeso, recuerda la investigadora, no sólo influye
lo que comes, sino también «tu modo de vida, cómo y cuánto duermes, el
ejercicio que haces, el tipo de comida que consumes...». Y, cuando se
desarrolla, «la obesidad supone un problema real, una enfermedad» que no tiene
que ver, ni es culpa, de la voluntad del paciente, remarca.
Mientras ultima con sus colaboradores los detalles del
siguiente paper que publicarán, Sabio lamenta las
dificultades a las que se enfrentan quienes pretenden hacer ciencia hoy en día
en España. "Desde 2009, los presupuestos han ido menguando. Y esto ya no
se soluciona con un pequeño esfuerzo. Necesitamos una inversión de
verdad", reclama.
"La ciencia es lenta, es una inversión a largo
plazo", continúa. "Porque los científicos no podemos dar resultados
en el día a día. Necesitamos apoyo con vistas al futuro. Y una apuesta real,
porque si no, no se puede hacer nada. Pero el dinero empleado en ciencia es una
inversión en productividad, en futuro".
"Es necesario un cambio ya", advierte la investigadora,
quien señala que lo sucedido con la casa de Ramón y Cajal, recientemente
desmantelada para construir pisos de lujo es "una metáfora" del
tratamiento que recibe la ciencia en España.
"O metemos el acelerador, como han hecho en Alemania o
en Inglaterra, y aprovechamos la masa crítica de científicos tan buenos que
tenemos o la siguiente generación abandonará, porque ya no tendrá esperanza. Y
cuando pierdes la esperanza lo has perdido todo", recuerda. Y lanza una
petición final: "No estamos pidiendo la luna. Al final lo que necesitamos
supone unos pocos kilómetros de AVE".